En el mundo de la memorabilia cubana, donde convergen historia, arte y pasión patrimonial, pocas piezas evocan tanta admiración como la que recientemente compartió el especialista Michael Núñez en el grupo Universidad Numismática. Se trata de un plato cerámico del siglo XIX, que no solo representa una rareza documental de la iconografía republicana cubana, sino que, además, introduce una tercera variante no registrada previamente en el catálogo del investigador señor Emilio Cueto.

En imagen las  dos versiones de este plato, ambas documentadas en su Catalogo por el señor  coleccionista Emilio Cueto, una monocroma y otra con tímidos toques de color en el triángulo rojo y las franjas azules de la bandera.

Una pieza que grita independencia.

La variante que ningún catálogo anticipó. Esta vajilla patriótica fue confeccionada por la célebre firma inglesa Wm Adams & Co. Su diseño, refleja una poderosa alegoría: una mujer vestida al estilo neoclásico, enarbolando la bandera cubana entre símbolos bélicos, ruinas clásicas y luz triunfal. La escena trasciende el ornamento utilitario para convertirse en una obra propagandística de profunda carga emocional y política.  Representa la tercera variante de esta pieza es mucho más vibrante, con una presencia cromática que resalta el rojo y el azul de forma más intensa y artística.

Esta vajilla patriótica fue confeccionada por la célebre firma inglesa Wm Adams & Co. (Staffordshire), presumiblemente entre 1895 y 1898, en el contexto de la última guerra de independencia cubana. Su diseño, refleja una poderosa alegoría: una mujer vestida al estilo neoclásico, enarbolando la bandera cubana entre símbolos bélicos, ruinas clásicas y luz triunfal. La escena trasciende el ornamento utilitario para convertirse en una obra propagandística de profunda carga emocional y política.

Se aprecia la pieza del señor coleccionista Michael Núñez

Hasta el presente reciente, se conocían solo dos versiones de este plato, ambas documentadas señor  coleccionista Emilio Cueto: una monocroma y otra con tímidos toques de color en el triángulo rojo y las franjas azules de la bandera. Sin embargo, la versión en manos de Núñez rompe ese binomio y añade una tercera variante mucho más vibrante, con una presencia cromática que resalta el rojo y el azul de forma más intensa y artística. Según el propio Núñez, su estado de conservación “está como nueva”, y no existen registros de que haya sido jamás subastada ni exhibida públicamente.
“Creo que con suerte no más de cinco coleccionistas serios han podido ver algo similar”, comenta con entusiasmo.
Utilitario, sí. Ordinario, jamás. No estamos ante un simple objeto decorativo. Esta pieza es una cápsula visual del ideario independentista, símbolo de una nación en plena construcción de su imaginario. Su manufactura extranjera pero su mensaje nacional demuestran el grado de articulación internacional que tuvo el movimiento independentista cubano y el uso deliberado del arte utilitario como herramienta política y cultural.

En la imagen se puede apreciar otra pieza muy similar que existe en Miami,  mostrada en un comentario  en la publicación de Michael Núñez: 

Coleccionismo con mirada patrimonial.

La memorabilia cubana ha dejado de ser un mero ejercicio de nostalgia para posicionarse como un campo interdisciplinario donde convergen la historia cultural, los estudios poscoloniales, la economía del arte y la construcción de identidades. Piezas como esta no solo exigen una vitrina: reclaman un lugar en la narrativa nacional, en museos, exposiciones o catálogos patrimoniales que integren el coleccionismo con fines educativos, cívicos y de preservación histórica.
En nuestro criterio este hallazgo no solo resalta la sensibilidad estética y el ojo clínico de su propietario. También nos recuerda que el coleccionismo cubano sigue vivo, vibrante y dispuesto a revelarnos —pieza a pieza— los símbolos que forjaron una nación.